domingo, 28 de octubre de 2012

Ups mi madre está en Facebook

Aun recuerdo los primeros días cuando le enseñaba a mi madre a usar el mouse. Aunque las nuevas generaciones dan por hecho la coordinacion mano-cursor; esperando incluso que los nuevos dispositivos detecten los movimientos motrices del cuerpo y de la vista, para mi madre, educada en una generación donde las computadoras eran alimentadas por cartones perforados; y donde los gobiernos y corporaciones reclutaban ejércitos de capturistas para mantener registros físicos, dicha coordinación representa una brecha tecnológica enorme.

Desde que me mudé de ciudad he visto poco a mis padres, todavía utilizando el teléfono fijo y a veces el celular; pero limitando más bien la comunicación al intercambio de correos electrónicos o algunas llamadas a través de Skype. Hace unos meses, me dió un placer enorme recibir de mi madre una solicitud de amistad en Facebook. Ver la pequeña notificación de una nueva amistad en Facebook me recordó aquellas lejanas lecciones de cómputo.

Y todo iba bien hasta hace unos días. Mi relación Facebook-padres, y en general mi relacion Facebook-familia, se había mantenido sanamente distanciada de las cursilerias que rodean a algunas familias, sobretodo a las apapachadoras familias Latinoamericanas. Los comentarios públicos en mi muro se habían mantenido relativamente alineados a mis estándares de exposición social. Es decir, un post del tipo; "te extraño", "nos haces falta", o "eres lo mejor del mundo" no se había posado en mi muro. Lo anterior obedeciendo más bien a mi preferencia por las relaciones offline que a la falta de cariño de los seres cercanos.

madre musculosa cargando bebé
Madres Desesperadas

Musculosas, musculosas, musculosas

Me cambié de ciudad dejando una familia tan grande como afectuosa. Una familia de aproximadamente veinticuatro tíos y más de sesenta primos y sobrinos según mis calculos. Y con la mudanza vinieron algunos cambios emocionales, tanto de mí mismo como de la gente acostumbrada a verme; mucha de la cual se encuentra también en Facebook.

Debo agregar que no soy una persona fotogénica; y aunque me gusta tomar fotos, generalmente no subo fotos de mí mismo, por lo que las fotos donde aparezco vienen en su mayoría de otras personas; o como en este caso, de otras organizaciones.

Un domingo cualquiera, cuando medianamente desvelado pedaleaba en bicicleta por el distrito cívico; una startup especializada en producir videos sociales, y que como muchas, utiliza las redes sociales para promocionarse me pidió permiso para tomarme una foto y subirla a Facebook. Acepté y semanas después recibí un email con el link a dicha foto. Evidentemente no salí con mi mejor cara, pero eso importó poco para compartirla en mi muro.

Los likes y comentarios no se hicieron esperar, sobretodo los de mi familia. El primero de ellos de mi madre mandándome un dtb, el segundo de mi tía recordándome lo "hermoso" (sic) que me ve. Gracias Tía, yo también te quiero.

No me molestan sus muestras de cariño, pero en una ciudad donde estoy estableciendo cierta reputación, fué irónico recibir esas afectuosas demostraciones. Sobretodo por lo hermoso. Supongo que para mi familia seré siempre una criatura hermosa.

Poco que agregar. Las redes sociales empoderan a la sociedad. Las redes sociales acercan a las familias. Y con mi madre, mis tías y mis primas en Facebook, mi reputación se encuentra a su merced.

domingo, 14 de octubre de 2012

Derecho por Reforma, hasta llegar al Golden Gate

Sin intención de ofender las conciencias nacionalistas, y supongo afectado por la nostalgia, confieso que las calles de San Francisco me recuerdan a la Ciudad de México.

Empezando por la famosa Market Street, así como suena, con el adjetivo en femenino y la pronunciación en inglés, la mar-kit, así la llaman los latinos. Es la calle principal de San Francisco. Atraviesa la ciudad por el medio. Desde su centro geográfico hasta el puerto de San Francisco. Es decir, desde la tierra hasta el mar.

Eso no mantiene similitud con la Ciudad de México. Allá, cuando el smog lo permite, los volcanes y montañas invaden el horizonte, confirmando el término "Valle de México". Acá, el mar es el horizonte. Cuando la neblina lo permite, uno se sabe rodeado de azul y de uno que otro pedazo de tierra. No es precisamente mar abierto, el término geográfico es la "Bahía de San Francisco".

Es en esta calle donde la mayoría de las manifestaciones humanas se dan cita. Desfiles de año nuevo, despliegues LGBT's, caminatas pacifistas, jornadas proselitistas, marchas pro derechos humanos y paseos en bicicleta.

También abundan los estereótipos urbanos. Oportunistas, muertos de hambre, siemprevivos, músicos callejeros, contorsionistas, turistas despistados, fotógrafos amateur y paseaperros; con sus mascotas en calcetines.

Aloja además a los campamentos contraculturales. Hay que decirlo, las manifestaciones anti-corporaciones y anti-gobierno florecen en la Bahía de San Francisco. Es interesante ver como grupos no mayores a diez personas se organizan; empleados todos ellos, con sus carteles hechos en illustrator, y sus altavoces, gritando y marchando en círculos en contra de sus patrones; cadenas hoteleras, agencias de seguros o arrendatarios de coches.

El barullo y ritmo de la ciudad es fundamentalmente alimentado por esta arteria. Donde los oficinistas se codean con los turistas. Donde los hipsters se alternan con los homeless. De los edificios bordeando dichas calles, no sabría decir cuáles son más altos, modernos o abundantes. Ambas calles son impresionantes y simbolizan las ambiciones personales y profesionales de sus respectivas comunidades.

Por la market se llega a los principales destinos de la ciudad. Esto incluye a su Bellas Artes, a su distrito financiero, a su Torre Mayor e incluso a su Tepito.

Quizá me he embriagado de más en estas calles. Quizá sea mi ignorancia cosmopolita. Quizá es mi corazón jugando con mis recuerdos. O quizá mi mercadólogo interno; cansado de leer párrafos sobre la belleza de San Francisco y buscando diferenciarme, prefiero optar por el comparativo de ésta con mi ciudad. Por su belleza e importancia, la market es como la Avenida Paseo de la Reforma. Pero acá el agua hierve a los cien grados!