viernes, 20 de enero de 2012

Tan lejos de Dios, estudiando en los Estados Unidos.

Ya que el hecho de estudiar en el extranjero implica muchas veces digerir otra cultura, que no necesariamente nos va a encantar, pero que sí nos dejará un gran aprendizaje, y dada la situación actual en la economía, política y la sociedad mexicana y del mundo en general, creo importante compartir este texto. Si bien se desvía un poco de la temática educativa y académica que quiero comentar en este blog. No lo hace de la temática cultural y social, que buena parte de la experencia de estudiar en Estados Unidos conforman.

Dado que me encuentro estudiando en EE.UU., no dejo de admirarme, así como de molestarme, por esta cultura. Cultura que me ha hospedado los últimos meses, y que poco a poco me ha abierto los ojos sobre el mundo y la situación actual, así como de la particular situación de mi país.

Comparto íntegro el texto (si acaso con algunas adaptaciones para actualizarlo o hacerlo digerible al argot). Trata sobre un tema tan actual como lo es añejo, parte integral de las contradicciones que se viven día a día en mi país. Me refiero a las relaciones bilaterales México-Estados Unidos, el texto, escrito por Andrés Martínez, director editorial de Zócalo Public Square, y vicepresidente de la Fundación Nueva América, sólo está disponible en inglés en su sitio original.

Aunque podremos diferir en cuanto a la percepción de la situación actual del país, es esta la visión de un periodista bien informado, radicando en el extranjero. En lo personal, no tengo los recursos para opinar lo contrario. Por encima de esto, cabe destacar la escencia del texto. Que no hace más que reforzar la fatídica máxima atribuida a Don Porfirio Diaz (el dictador de México) y repetida por tantos, "Pobre de México! Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos!"

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Querrás ignorar a México, pero si los Americanos permanecen indiferentes, todos pagaremos el precio
por Andrés Martínez (Traducción del autor)

Hace dos meses, el segundo hombre más poderoso del gobierno Mexicano, miembro del gabinete liderando la lucha contra los cárteles de las drogas, murió en un accidente aéreo. México quedó atónito: Francisco Blake Mora era el segundo Secretario de Gobernación del Presidente Felipe Calderón que falleciera en un accidente aéreo en los últimos tres años.

Al norte de la frontera, la muerte de Blake no impactó la programación de las cadenas Televisivas. Un corresponsal de las mismas confirmó que a menos que el propio Calderón fuera baleado a plena luz del día por los cárteles, los ejecutivos de dichas cadenas no prestarían importancia alguna. La edición sabatina del diario Los Angeles Times publicó la nota en su página 5A; El Washington Post lo hizo en la 6A. Sólamente el New York Times, ejerciendo un sano juicio, lo publicó en primera plana.

Las primeras investigaciones apuntan a un accidente en el caso Blake, pero por obvias razones, la posibilidad de un atentado continúa siendo investigada. El gobierno Mexicano recientemente ha tenido varios éxitos al capturar a los líderes de algunas de las organizaciones criminales más poderosas de la tierra (un éxito que no se ha traducido en la disminución de la violencia o reducción en el flujo de drogas a través de la frontera).

Dicho esto, incluso si Blake Mora hubiera muerto en su sueño, la muerte del secretario de Gobernación de México debería de ser una impactante noticia (tal denominación, Gobernación, conlleva amplia responsabilidad). No dejo de pensar que la muerte de un Afgano igualmente importante, o un funcionario de seguridad Iraquí, se habría registrado más en el paisaje mediático estadounidense.

La verdad es que las élites de los medios estadounidenses -por no hablar de los individuos- no están investidos, y mucho menos interesados en el destino de México. Cuando me convertí en el Editor Asistente de la página editorial del New York Times, me preguntaron si había estado en Israel. Respondí que no, y pronto me encontré en un avión rumbo a Jerusalén, Cisjordania y la franja de Gaza, donde pasaría una fascinante semana reuniéndome con jugadores de todos los bandos, continuando con una larga saga que había seguido durante varios años pero que nunca había experimentado de cerca. No fue para convertirme en el principal escritor de editoriales sobre Medio Oriente, y, modestia aparte, tampoco se debió a la falta de profundos conocimientos sobre el conflicto Arabe-Israelí. No, el problema era que no podría ser parte de la dirección del periódico, sin tener una idea de primera mano sobre un lugar considerado estratégicamente tan importante.

México, claramente, no tiene esa condición. Creo que debería, y he pasado mucho tiempo pensando en por qué no lo hace. Sí, crecí en México, pero hay mucho más que eso. Más de 40,000 personas han muerto en México desde que su gobierno decidió enfrentar a los cárteles de la droga, que se nutren de los consumidores estadounidenses y se equipan de los comerciantes de armas de EE.UU. Casi existe un vínculo causal directo entre los banqueros de Wall Street que aspiran cocaína, los manifestantes de Ocuppy Wall Street dándose un pasón y el asesinato de periodistas y funcionarios en México. Esto no es sólo la violencia socavando la democracia del vecino, nosotros, como Americanos, somos en gran parte responsables de ella. En un momento en que la idea del consumo socialmente responsable se extiende en EE.UU. -pensemos en el movimiento contra la explotación, las campañas de desinversión en Darfur, el Comercio Justo del Café, y así sucesivamente- acaso miramos la violencia en México con un movimiento de cabeza.

Para comenzar, la cuestión de nuestra culpabilidad moral por sí sola debería ser suficiente para preocuparnos por México. Pero más allá de eso, la creciente fuerza de estas organizaciones criminales transnacionales es también una amenaza para el imperio de la ley al norte del Río Bravo.

Tal vez sea más fácil intimidar y corromper a los funcionarios de México que a los de Estados Unidos, pero es ingenuo pretender que estos mastodontes criminales, acuartelados en México y generando decenas de miles de millones al operar en nuestro territorio, fracasaran al intentar corromper el estado de derecho en cualquier número de jurisdicciones del suroeste.

Existen también muchas razones no relacionadas a la lucha contra el narco por las que los medios (y políticos) Estadounidenses deberían prestar más atención a México. ¿Sabía usted que el año pasado Estados Unidos importó más petróleo de México que de Arabia Saudita? O que esta confiable y segura fuente de petróleo (sólo superada por Canadá) pronto podría dejar de ser un exportador neto de petróleo, a menos que lleve a cabo las reformas estructurales necesarias que permitan una mayor inversión en su capacidad de producción? Teniendo en cuenta la cantidad de tiempo que pasamos quejándonos sobre nuestra dependencia al petróleo de Medio Oriente, tal vez deberíamos de pensar un poco más sobre el mercado Norteaméricano y el papel de México como un contrapeso a las fuentes de Medio Oriente.

Nuestra falta de aprecio por México tiene dos caras, porque ignoramos lo bueno junto con lo malo. Y hay un montón de cosas buenas. A pesar de la creciente violencia, México es más democrático que nunca. México es también el segundo comprador más grande del mundo de bienes de EE.UU., desmintiendo la idea de un país empobrecido a merced de nuestra generosidad. Se habla mucho entre las élites de EE.UU. sobre como naciones como Brasil, China e India están logrando salir de su pobreza, pero México está más avanzado en esa transformación, con un mayor nivel de vida que aquellas naciones, una clase media prosperante, y más de una década con una sólida administración económica y financiera que resulta en una estabilidad sin precedentes. Es un país miembro del G-20 que ofrece un mercado fenomenal para mercancías de los EE.UU., como lo confirmaran ejecutivos de todo tipo de multinacionales que basan una buena parte de sus utilidades en México (tales como Procter & Gamble, Wal-Mart y Citigroup, por nombrar algunos), u otros lo confirmarian, si el ambiente político actual no se encontrara tan hostil a la idea de que las empresas inviertan en el extranjero.

La semana pasada me encontraba dirigiendo una delegación de la organización que dirigo, Zócalo Public Square, la Fundación New America, el Instituto Aspen, y el Instituto Congresional de Líderes Hispanoamericanos desde México. Nos entrevistamos con analisticas políticos y económicos, reporteros, y cinco de los candidatos compitiendo por la presidencia de México. Reflejando el tradicional estatus de México como el patio trasero, la mayoría de los miembros de nuestra delegación - incluyendo a tan respetados periodistas como Steve Coll (Exeditor en jefe del Washington Post), Susan Glasser (editora de la revista Foreign Policy), y Franklin Foer (Columnista de The New Republic)- nunca habian estado en la ciudad de México. Le pregunté a los viajeros su reacción visceral, en una palabra, sobre aquel sitio. La más interesante (si acaso dos palabras) creo fue "arte público". También obtuve "clase-mundial", "dinero", "desigualdad", "tráfico", y tal vez más acertada, "contradicciones".

Algunos de nosotros participamos de un programa de televisión conducido por el respetado periodista Sergio Sarmiento (cuya cadena televisiva, TV Azteca, es parte del Grupo Salinas, nuestro huesped en Ciudad de México y en la conferencia en Puebla, la Ciudad de las Ideas) sobre el tema de si México es importante para los Estados Unidos. (Acordamos que debería de ser importante pero que no lo es -una respuesta en contra de la idea que muchos mexicanos tienen sobre las élites de EE.UU. microadministrando el destino del país.) Insistí que esto debería de cambiar con el tiempo (por un lado, residen en EE.UU. al menos 15 millones de personas nacidas en Mexico), pero para ser sinceros, no estoy seguro.

Hay muchas razones por las que Mexico pinta por debajo de su valía dentro del colectivo mental de las élites en America. Una de las razones menos apreciadas, más allá de las preocupaciones recientes por la inmigración y las drogas, es que México ha sido un vecino muy deseable. Incluso después de que EE.UU. anexó la mitad del territorio mexicano, México ha sido un vecino pacífico y sensible durante la mayor parte de nuestra historia compartida. Los Estados Unidos han gozado del raro lujo, para ser una potencia continental, de no tener que desplegar grandes ejercitos durante su historia para asegurar sus fronteras. Gracias a Canadá y a México, nosotros (EE.UU.), nos hemos podido comportar como una nación-isla.

La élites de Estados Unidos también se han dado el lujo de ignorar a México, y la cercanía ha generado el desprecio. Hubiese sido nuestro vecino una mayor amenaza (imaginemos un grupo de terroristas mexicanos cruzando la frontera constantemente para ejecutar bombazos suicidas, intentando recuperar California o Arizona), generaciones de nuestros mejores y más brillantes estudiantes habrían sido atraídos para aprender Español y de México, como lo fueron alguna vez atraidos hacia Rusia y ahora hacia Medio Oriente. Mientras tanto, para la gran mayoría de los Americanos, las impresiones sobre México están formadas por el flujo de drogas y los trabajadores inmigantes -si acaso también por un tiempo en algún Resort en playas mexicanas. Y, hablando de inmigración, tal vez no habrás notado la poco difundida nota sobre la disminución del flujo de migrantes, debido a la escaces de empleo en el país (de verdad vienen a trabajar!).

La historia en el sur es decididamente mixta -algunas de las muchas tendencias positivas se encuentran en peligro, dada la creciente violencia y la permanencia de una autoritaria cultura política. Las pláticas de nuestra delegación con los líderes políticos fueron desalentadoras en muchos ámbitos, pero alentadoras en cuanto a que ellos parecen menos obsesionados que nunca con las acciones de Estados Unidos sobre México.

Ahora sólo necesitamos que las élites Americanas sean un poco más obsesivas con lo que está sucediendo al sur de la frontera. Hay una urgencia, y una oportunidad, para comenzar a pensar más estratégicamente sobre el desarrollo y la competitividad de Norte América. México es un importante, y menospreciado, socio por una serie de razones positivas. Y, si se arma la hecatombe, los Estados Unidos, simplemente por el hecho de haber tenido el poder para ser un mejor (y menos hambriento de drogas) vecino, llevarán buena parte de la culpa. Es esa otra razón para comenzar a poner atención.

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viernes, 13 de enero de 2012

Ahora hasta comparto recetas de cocina!!!

Bueno sí, probablemente la parte más importante de estudiar en el extranjero es la de aprender a valerse por uno mismo. En mi caso, sobretodo cuando se trata de cocinar, poco a poco he estado aprendiendo dichas labores. Comprenderán que mi primer recurso, por su practicidad y eficiencia, es el Internet.

No soy un individuo que dedique gran parte de su tiempo a los alimentos. Puedo considerarme satisfecho después de disfrutar un alimento que quizá otros considerarían simplón e insaboro. Además, he tenido la fortuna de rodearme de mujeres; encabezadas por mi madre, que me han apoyado en esto por lo que he tenido que preocuparme poco por aprender. Naturalmente, ahora que me valgo por mí mismo, debo cocinar. No tengo problema, es decir, la experiencia bien vale la pena. Resulta terapéutico e incluso algunas mujeres lo consideran sexy. Además, nunca se sabe en qué condiciones se encontrará uno después, por lo que aprender el oficio de cocinar se torna indispensable.

Empecé con un caldo de pollo; receta que me enseñó mi exnovia, convenciéndome que si aprendía eso iba a quedar bien con todo el mundo. Atribuyo más al hecho de mi poca experiencia en la cocina que al curso express que recibí en aquella ocasión el resultado de aquel intento. Al dia de hoy no logro convencer a mis roommates a consumir mis platillos. Tan mala fue su experiencia!

He acudido a varios sitios web, pero al momento los que más me han servido son dos. Uno de ellos es casi mágico. Tiene un campo donde uno ingresa los ingredientes disponibles y el sistema devuelve las recetas posibles con dichos ingredientes. Es un simple algoritmo que bien satisfizo mi necesidad aquella vez. Cuando uno comparte recursos con sus roommates, comprenderán que las compras son más bien cuantitativas que cualitativas, es decir, compramos mucho volúmen y poca variedad. Por lo que una búsqueda de ese tipo resultó ideal. Un costal de cebollas, otro costal de papas y una docena de piernas de pollo se pueden convertir fácilmente en cuatro o cinco diferentes platillos. Increíble pero cierto.

Ya con más variedad de alimentos el asunto se complicó debido a la diferencia en el idioma. Para empezar soy un ignorante en la cocina. Tenia que comenzar por familiarizarme con la terminologia en mi propia lengua. Hasta hace unos meses no podia distinguir entre hornear, hervir o freír. Continué la búsqueda y recurrí a un segundo sitio de cocina con contenido en español. Ahí aprendí lo suficiente para cocinar un buen budín. Cocinar? es esa la palabra? De cualquier manera ahora me siento capaz de compartir mi aprendizaje confiando plenamente en mi memoria. Basta huntar mantequilla en un recipiente, mezclar pan, huevo, leche, vainilla y azucar, batirlos y hornear por un par de horas. Quizá por un exceso de leche mi budin más bien terminó siendo un flan. Lo he vuelto a intentar con el mismo resultado. Estoy seguro la tercera será la vencida.

Adrià Fruitós


Una Sugerencia para los sitios de recetas
Finalmente y como comentario al margen; dado que estoy dedicándome a esto del e-commerce, en particular al Marketing online, quisiera compartir a grandes rasgos una forma en cómo yo generaría más dinero a partir de este sitio. Para empezar deberia de identificar desde donde uno realiza la visita para poder hacer la traducción necesaria del contenido; tanto del idioma en general como de los sistemas de medición. Por otro lado y tal vez más importante, intentaría convertir el sitio en un proveedor de publicidad hiperlocal, de manera que se pueda mantener un sistema de anuncios que vinculen los ingredientes mostrados con determinados distribuidores de dichos productos, enfatizando los más cercanos a la dirección IP desde donde se realiza la búsqueda, convirtiéndo así la experiencia en un click para el servicio a domicilio.

miércoles, 4 de enero de 2012

Una orgía, en todos los sentidos

Tratándose del primer blog del año, y a manera de agradecimiento también, quise hacer una dedicatoria especial a la ciudad en la que me encuentro realizando mis estudios desde hace varios meses. Me refiero a la ciudad de San Francisco en el estado de California. Dado que parte importante de la experiencia de estudiar en el extranjero es la de viajar y conocer otras culturas, costumbres y experiencias. Creo lo mas conveniente hacer un breve, adecuado y honesto recorrido por estos tres meses llenos de vivencias.

Ya conocemos la historia, por lo menos del lado sur del Río Bravo. La pérdida de más de la mitad del territorio mexicano, ante las fuerzas armadas, políticas y económicas de los Estados Unidos, son parte de una historia-herida sangrienta, dolorosa y nunca-cerrada que no quisiera tocar en estas líneas...

¿Por dónde empezar el torbellino de emociones que me despierta San Francisco?

Un buen punto de partida creo es la siguiente escultura. A mi entender es el reflejo involuntario de cupido al enamorarse de esta ciudad, que al quedar encantado, descuidó su labor, extraviándo su arco y flecha para perderse en el tesoro que había encontrado. Tanta fue su fascinación que olvidó su propia naturaleza.



Qué decir de la oferta cultural, con sus cientos de galerías, bares, clubes, museos, librerías, cafeterías, parques y restaurantes. Cada una con una historia que contar. Cada historia seguramente ligada a algún acontecimiento importante en la sociedad americana en los últimos cien años. Que si algo tiene San Francisco, es que en muy buena medida refleja a la sociedad Americana; por lo menos en cuanto a sus metas aspiracionales, desde mi punto de vista como consumidor-devorador de dicha cultura. El orden social, el racismo políticamente incorrecto, la apertura a distintas clases sociales, el lujo desmedido, la pobreza inmediata, el activismo político, la transportación eficiente, el alcance de las drogas, la comunicación sin límites, la pasión por los deportes, la comida rápida, los exquisitos platillos y los demás etcéteras. La médula espinal de la cultura.

Definitivamente el tiempo no me ha sido suficiente para terminar de visitar San Francisco. Es un paseo lleno de historias. Todos los barrios, rincones y lugares que ofrece son ricos, diversos e innumerables. También conocida como el centro del activismo liberal; donde se han gestado movimientos tan trascendentes como lo son el movimiento por los derechos de los gays en Castro, el festín contracultural en el verano del amor en Haight-Ashbury, el renacimiento de la Generación Beat, incluso el Chinatown más grande del mundo! San Francisco es además considerada como el epicentro financiero de la costa oeste. Que decir de Silicon Valley y todo el cluster de compañías y startups que día a día se gestan en todo tipo de oficinas. Poco que agregar con mis palabras. San Francisco es una orgía, en todos los sentidos.

Sin mejor compañero que mi bicicleta y mi cámara Lumix, me he aventurado a recorrer diversas calles, con la intención de llevar una bitácora fotográfica de lo que a mí parecer refleja de mejor forma a San Francisco. Dicha bitácora estará disponible en Flickr y será actualizada recurrentemente :)

Obviamente la principal atracción de San Francisco es el puente Golden Gate. Que al día de hoy no es ni el más largo ni el más alto del mundo, pero sí el puente más fotografiado del mundo, si acaso con la suerte de no toparse con una impenetrable y omnipresente neblina.

Destacable es también la arquitectura. Que si en algunos momentos refleja el estilo californiano de doble-teja, la mayoría de las veces posee un estilo único que sólo sirve para realzar la belleza de esta ciudad, la belleza de San Francisco.


Sin más que agradecer y derramando una lágrima de tan sólo leer estas lineas, comparto el despliegue de fuegos artificiales de este fin de año (es un gif animado así que hay que hacer click), y que logré captar con mi pequeña pero confiable cámara desde la terraza de la casa que habitamos, que por cierto estamos a punto de abandonar.