domingo, 27 de noviembre de 2011

Tráeme otro tequila...

Ultimamente me he sentido más solo que nunca. Mi familia está lejos y padecen algunos problemas. Quizá mayores que los míos. Quizá mayores que mi soledad. Sin embargo, no estoy para culpar a nadie más que a mi mismo. El causante de esta soledad soy yo y los muros que, consciente o inconscientemente, he construido. En ocasiones me he aislado del resto, concentrándome sólo en las metas profesionales y ahora padezco las consecuencias emocionales. No tengo a nadie suficientemente cercano para desbordar mis alegrías, mucho menos a alguien para desahogar mis penas. Mis esfuerzos por acercarme a los demás dan muy pocos resultados. Quizás es mi approach. Quizás es mi personalidad, tal vez soy muy mamón o tal vez muy inseguro. Quizá no debería de importarme.

Científicamente comprobado está que somos seres sociables. No por nada un veinteañero se volvió multimillonario al crear una herramienta para facilitar y mejorar las relaciones sociales, empezando por las suyas. Aunque se desarrollan en un medio distante y digital, no dejan de basarse en la interacción, en la empatía, en la honestidad social, en la búsqueda del otro y en la humildad del ego.

Cínicamente me declaro un antisocial. En una encrucijada de mi vida tomé un camino arriesgado, en un campo poco habitado. Y por si no lo he dejado claro, me refiero a las redes sociales. Me refiero a la paradoja de cómo un individuo; sobradamente antisocial, decide tomar una dirección distinta y especializarse en el campo de las relaciones humanas.

Hoy, haciendo una introspección de mi desempeño social, concluyo y cuestiono lo siguiente, lanzando la pregunta también al lector. ¿Cuál es el recuerdo más alejado que conservo de mi niñez? ¿Cuál es el recuerdo más grato de tus estudios de primaria, secundaria y preparatoria? ¿Qué recuerdas de tu universidad? ¿Qué de tu primer trabajo? ¿del segundo y el tercero? Al otro.

El bienestar de la gente es el más importante y puro objetivo de nuestras vidas. El bienestar del que nos rodea. Qthatyjithojg trgeturytohtr u turu ty iruiy ofker sg3q. Es un cliché, lo sé, pero por más esfuerzo intelectual que hago, no logro acordarme de las fechas históricas que tanto me esforcé en recordar durante mi primaria. No logro recordar las fórmulas algebraicas que en la secundaria me evitaron salir con mis amigos. Poco recuerdo las reglas para construir un silogismo, pero tengo muy clara mi primer borrachera. Nunca pude ser bueno en contabilidad, pero el haber incursionado en los negocios desde los ocho años me enseñó el valor del mercado cautivo, el valor de la propiedad intelectual.

Dicho de otro modo, el día de mañana, independientemente de saber cómo valuar un proyecto y cómo calcular el Valor Presente Neto, el día de mañana me voy a parar ante el mundo a emitir una recomendación de porqué soy el  mejor candidato para determinado proyecto. De cómo mis recursos,  acumulados durante un año en el extranjero, me ayudaron a conseguirlo.

...

Pero no dejemos que una debilidad del momento se anteponga entre mi objetivo. Que si bien los demás no son el motor que me mueve, con su recíproco andar, evitan que me desvíe y ayudan a darle dirección a mi andar.


Rafahu

No hay comentarios.:

Publicar un comentario